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Equipamiento y material

La alta montaña es un entorno hostil, y no sólo en invierno. El clima es muy variable. En verano (que es el período de tiempo en el que realizaremos la mayoría de las travesías), de día puede llegar a hacer mucho calor, pero cuando se pone el Sol o el cielo se nubla la temperatura suele bajar radicalmente. El aire es poco denso y, en general, bastante seco y la radiación solar muy intensa. Por otro lado no son raros los cambios de tiempo repentinos, y una mañana soleada y calurosa fácilmente puede convertirse en una tarde lluviosa y fría.

Por lo que respecta al terreno, los fuertes desniveles (tanto de subida como de bajada), unidos a la irregularidad del sustrato, a menudo constituido por pilas de rocas en descomposición que constantemente desafían nuestro sentido del equilibrio, nos obligan a esforzarnos a cada paso. Una travesía de alta montaña es, en definitiva, una actividad física exigente, no apta para personas que no esten mínimamente entrenadas, ni acostumbradas a transitar por terrenos con estas características. De ahí que (tanto como por el factor climático) es de vital importancia ir bien equipado. Llevar el material y el equipamiento adecuados para realizar la actividad hará que podamos ejecutarla de una forma más cómoda y con el mínimo riesgo de lesiones o accidentes.

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Es muy importante que tanto el equipamiento como el material que utilice en una travesía lo someta a un proceso de rodaje para evitar que al no estar familiarizados con su uso nos cause un posible perjuicio (rozamientos, llagas...). Una travesía no es el mejor momento para estrenar unas botas, por ejemplo, o una mochila, ya que si éstas te dan algún problema (por pequeño que sea), te estará incomodando durante todos los días que dure la travesía.

Una persona da 1.400 pasos para andar 1 Km, una cifra que puede aumentar debido al tipo de terreno que camina. A la hora de realizar senderismo, la comodidad del pie a cada paso es decisiva. El calzado y los calcetines son la piedra angular de toda travesía. La elección del calzado adecuado siempre es un tema delicado y personal. Para una travesía de alta montaña, las botas de caña alta son la mejor opción. Ayudan a mantener el equilibrio ya proteger el tobillo de impactos y torceduras. Son ideales para llevar cargas más pesadas. La suela es más rígida que en otros calzados más ligeros, puesto que se han diseñado pensando en este peso extra. El grosor de la suela permite que su dibujo sea más profundo, haciendo en general que este tipo de calzado tenga una excelente adherencia.

Tener buenos calcetines de senderismo y trekking es vital para cuidar de los pies, evitar ampollas y darles calidez y comodidad en el camino. Lo más importante es que sean transpirables (tejido sintético: poliéster, nylon. O bien de lana de merino) y anatómicos, que se ajusten perfectamente al pie y no se muevan dentro de la bota al caminar.

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En cuanto a la ropa, lo importante, además de mantenernos calientes y cómodos es que sea transpirable. Durante la mayor parte del día estaremos haciendo ejercicio y, por tanto, transpiraremos bastante. La ropa de algodón utilizada toda la vida va muy bien para conservar el calor corporal (y su tacto sobre la piel es indiscutiblemente muy agradable), pero no es una ropa adecuada para hacer deporte. El algodón absorbe el sudor corporal y se empapa completamente. Si la temperatura baja mucho, este sudor se enfría y puede generar malestar. Además, también está el tema de los olores. La ropa sintética de montaña está diseñada con tejidos especiales que evitan la retención del vapor corporal. Su principal función es alejar nuestro sudor de la piel, evitando la sensación de humedad y que nuestro cuerpo se enfríe. Al no acumular sudor también evitan que proliferen las bacterias fermentadoras de este sudor, que son las causantes del mal olor. Así, podemos utilizar la misma prenda más de un día sin problemas (lo cual es importante en una travesía, ya que nos permitirá reducir el volumen de ropa de repuesto a transportar).

Hoy en día, las camisetas técnicas y los pantalones de trekking transpirables son el uniforme de todos los excursionistas. Recomiendo que sean largos, sobre todo el pantalón. Las piernas son una parte del cuerpo que no está tan habituada a la exposición al Sol y en verano es fácil que quememos. Ir toda la travesía con las piernas chamuscadas, además de ser incómodo (e incluso doloroso) puede suponer una pérdida de agua importante por deshidratación, que afectará de seguro a nuestro rendimiento. El pantalón largo también nos protegerá de rozamientos con la vegetación o las rocas y de los insectos.

En la montaña, la mejor forma de hacer frente a los cambios de temperatura es la superposición de capas. La camiseta es la primera capa, la que disponemos directamente sobre nuestra piel. Si la temperatura desciende repentinamente, la camiseta sola no nos protegerá del frío. Por eso es necesario llevar también una segunda capa, más diseñada para aislar térmicamente, al tiempo que mantenga la transpirabilidad del conjunto. Es lo que llamamos forro polar.

Por otra parte, si llueve o nos rodea la niebla espesa, necesitaremos algo que nos proteja de la humedad. Una chaqueta impermeable, con capucha. La impermeabilidad en los tejidos se mide por medio del llamado test de Schmerber, que nos indica cuánta presión de agua puede soportar un tejido antes de que ésta lo atraviese, expresada en milímetros (mm). Un mayor valor de Schmerber significa mayor impermeabilidad: por ejemplo, un tejido de 2.000 mm es adecuado para una lluvia leve, mientras que 10.000 mm o más se considera adecuado para lluvia fuerte o una tormenta intensa. Valores a partir de 20000 mm ofrecen una protección extrema. Hay que decir que cuanto más impermeable sea un tejido, también será menos transpirable.

Aunque pueda parecer exagerado llevar unos guantes en la mochila en pleno verano, no es ninguna tontería en la alta montaña. Las manos son una parte del cuerpo que se enfría fácilmente y no siempre las podremos esconder en los bolsillos, ya que las necesitaremos para andar (cogiendo los bastones). Unos guantes ligeros pueden sacarnos de más de un apuro, así como una braga de cuello.

La intensidad de la radiación solar aumenta una media del 10% (entre 4 y 16%) cada 1000 m. Esto significa que se multiplica por 1,5 a 2.000 metros respecto al nivel del mar. Para protegerse del Sol, un complemento indispensable es el gorro o, mejor, un sombrero, preferentemente que sea transpirable (para que no nos haga sudar demasiado la cabeza). Unas gafas de Sol nos protegerán la vista del exceso de radiación ultravioleta.

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Después del calzado y los calcetines, yo diría que la mochila es uno de los elementos más importantes a la hora de planificar una travesía de alta montaña. Es importante que sea espaciosa (tendremos que meter muchas cosas), pero al mismo tiempo proporcionada a nuestras necesidades, y lo más cómoda posible. Para el tipo de travesías que te propongo, una de entre 40 y 60 litros sería lo ideal.

Gran parte del peso de la mochila no descansa sobre los hombros, sino sobre la zona de la cintura. Si la mochila es demasiado pequeña, la presión la deberá soportar la columna vertebral. Para saber la medida ideal de tu mochila tendrás que medir la longitud de tu espalda. La forma de hacerlo es midiendo la distancia que existe entre la vertebra cervical C7, el hueso más prominente de la parte posterior del cuello, y la cintura, a la altura de la cresta ilíaca (que queda sobre la cintura). Esta medida debe coincidir con la longitud de la espaldera de la mochila de tal modo que el cinturón lumbar queda justo a la altura de la creta ilíaca, y no sobre las vértebras lumbares.

Las mochilas de trekking tienen una serie de correas, tirantes y cintas que permiten ajustar perfectamente el peso de la carga a nuestro cuerpo. Llevar esta carga bien sujeta y enganchada a nuestro centro de gravedad nos permitirá andar de forma más cómoda y evitar lesiones.

El cinturón lumbar es una de las partes más importantes de la mochila y de las que dependerá no sólo la comodidad, sino la seguridad.  Soporta gran parte del peso (no los tirantes, en contra de lo que suele pensarse) y protege la espalda. En una mochila de senderismo, el cinturón lumbar suele ser más fino, mientras que en una mochila para un trekking de varios días puede ser más ancho y con algún tipo de acolchado. Además suelen tener bolsillos muy prácticos.

El respaldo de la mochila es la parte que está en contacto con la espalda. En primer lugar debe resultar cómodo y ajustarse perfectamente a la anatomía. Al tener una gran superficie de contacto con el cuerpo, es importante que sea transpirable. Hay mochilas de senderismo que llevan una malla, mientras que otras separan la mochila de la espalda, dejando una cámara por la que circula el aire libremente. Es importante que la espaldera tenga cierta rigidez. Si la mochila es de gran capacidad, suelen tener un bastidor o marco que ayuda a estabilizar la carga.

En el mercado te encontrarás tanto mochilas unisex, como modelos específicos para hombre y mujer. Esto último es lógico, ya que la figura masculina es distinta a la femenina.

Muchas mochilas de senderismo (pero no todas) vienen con una funda impermeable que se coloca sobre ésta cubriéndola completamente. Es un complemento muy práctico cuando llueve puesto que las mochilas de senderismo no suelen ser impermeables.

Hay que tener presente que estas fundas (hay diferentes tamaños según el tamaño de la mochila) se pueden comprar aparte.

Para acabar con el equipamiento básico para una buena travesía, me queda hablar de los bastones de trekking. Éste es un elemento mucho más importante de lo que la mayoría de la gente considera, especialmente en una travesía de montaña. Los bastones nos permiten impulsarnos con los brazos al andar, con lo que reducen la fuerza que deben hacer las piernas en las subidas, o bien el impacto en rodillas, tobillos y pies, durante las bajadas. También nos ayudan a mantener el equilibrio en terrenos difíciles como pedregales, o a la hora de cruzar ríos, por ejemplo, proporcionándonos dos puntos de apoyo adicionales que mejorarán nuestra tracción en terrenos resbaladizos.

En cuanto a su diseño, lo importante es que sean plegables, para poder guardarlos en la mochila en caso de necesidad.

Una vez tenemos claro el equipamiento básico que debemos llevar para andar durante el día en una etapa cualquiera de nuestra travesía, es hora de analizar que es lo que deberemos llevar dentro de la mochila. En principio, si el día es bueno, el forro polar, la chaqueta impermeable, los guantes y la braga no deberíamos utilizarlos y deberían ir dentro de la mochila.

El guía llevará un botiquín con todo lo necesario para realizar los primeros auxilios en caso de alguna indisposición o pequeño accidente, pero no está de más llevar un pequeño botiquín individual con medicinas particulares si alguien tiene la necesidad. Lo que sí es indispensable es que cada uno lleve su protección solar y protección labial.

También llevaremos en la mochila la ropa de repuesto que creemos oportuna por toda la travesía, sobre todo ropa interior y calcetines (los calcetines deberían cambiarse cada día). En los refugios no existen lugares específicos para lavar ropa, pero en caso de necesidad se pueden utilizar los lavabos.

Como dormiremos cada noche en un refugio guardado (en un colchón y con mantas disponibles), no será necesario que carguemos con una colchoneta ni con un saco de dormir. La temperatura nocturna en un refugio de montaña lleno de gente en verano no es para pasar frío. Con una saco-sábana tendremos suficiente (y si no, están las mantas). Lo que no hay en la mayoría de los refugios es almohadas.

Un neceser muy básico nos será útil. Con jabón para lavarnos (a ser posible que sea ecológico), cepillo de dientes, pasta de dientes, pinta...

También necesitaremos una toalla deportiva de microfibra, que ocupa muy poco espacio y se seca enseguida. ​

Una vez lleguemos al destino y nos duchemos y quitemos la ropa de andar, necesitaremos ropa cómoda para nuestra estancia en el refugio (que también puede servir de pijama, para dormir). Debemos pensar que aunque dentro del refugio el calor humano hará que la temperatura sea bastante agradable, si queremos salir fuera, la temperatura una vez se pone el Sol, suele bajar bastante respecto al día.

Otro aspecto a tener en cuenta es que en los refugios no dejan entrar con el calzado de montaña. Normalmente hay unas taquillas o estantes en la recepción. Cuando lleguemos al refugio cada tarde, lo primero que haremos antes de poder entrar será dejar las botas en la entrada y no las recogeremos hasta la mañana siguiente cuando salimos. Por tanto, también necesitaremos un calzado cómodo para nuestra estancia en el refugio. Unas chancletas de goma, por ejemplo, nos irán muy bien para movernos por las instalaciones (y por las duchas).

En cuanto a la comida y la bebida: el hecho de alojarnos en refugios a media pensión, nos permitirá ahorrar mucho peso en la comida a transportar. De hecho, si contratamos la opción del picnic no deberemos llevar más comida en la mochila que la que nos preparen cada día en cada refugio. Cuando menos peso de comida tengamos que cargar, podremos llevar más peso en agua, lo que no es para menospreciar. Tan o más importante que la calidad del equipamiento que llevamos, lo será la cantidad de agua que podamos transportar. En las zonas de alta montaña, el aire es, por lo general, mucho más seco que en las zonas más bajas, con lo cual, cualquier actividad física que realicemos nos llevará a deshidratarnos más que si la hiciéramos a menos altura, en un ambiente más húmedo. La necesidad de agua de cada uno es muy variable y depende de muchos factores (como el metabolismo), pero, en general, podemos decir que en alta montaña todos consumimos más agua de lo que sería normal para nuestro organismo.

La deshidratación, por poca que sea, puede comportarnos una disminución de nuestro rendimiento. Debemos recordar que estaremos realizando una actividad física intensa. Una pérdida de líquidos del 2,8% del peso corporal conlleva una disminución del rendimiento físico entre un 20 y un 30% y un aumento del cansancio y una reducción del tiempo de respuesta.

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Para evitar la deshidratación se recomienda beber las siguientes cantidades de agua:

  • Antes: 500 ml, entre las 1 y 2 horas previas al inicio de la actividad.

  • Durante: Entre 100 y 200 ml cada 15 - 20 minutos.

  • Luego: Alrededor del 150% del peso perdido.

 

Lo más recomendable es llevar, al menos 2 litros de agua en la mochila cada día, independientemente de que podamos encontrar alguna fuente a lo largo del camino. En todos los refugios hay agua potable.

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Para terminar, otros elementos interesantes que deberíamos llevar en la mochila son: una linterna frontal que funcione con pilas (y pilas de repuesto), un silbato y una manta térmica. Además también debemos pensar en nuestros objetos personales: el móvil (con su cargador), nuestra documentación, dinero en efectivo (en muchos refugios no aceptan pagos con tarjeta), la cámara de fotos...

Con todo, el peso de la mochila no debería superar el 15% de nuestro peso corporal.

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Ancla 1

Sobre los refugios de montaña

Un refugio de montaña es básicamente una construcción destinada a alojar y proteger de las inclemencias meteorológicas a los excursionistas o a todo el mundo que transite por zonas de montaña. Pueden ser libres o guardados. Los refugios libres suelen ser muy sencillos y no disponen de electricidad ni agua corriente (los más simples son básicamente un techo y cuatro paredes). En los refugios guardados, en cambio, encontraremos a unas personas responsables que se encargan del mantenimiento y muchas más comodidades. Hoy en día, todos tienen electricidad y agua corriente, servicio de restauración (tienen cocina y ofrecen comida y bebida), calefacción en invierno y dormitorios mínimamente confortables (con colchones y a menudo almohadas y mantas).

Sin embargo, los refugios no son hoteles. No debemos olvidar que se encuentran en espacios naturales sensibles, habitualmente bajo algún grado de protección medioambiental, con lo que el impacto que generen en el entorno debe ser mínimo. Esto implica que no debemos esperar encontrar todas las comodidades que encontraríamos en otros alojamientos situados en zonas más “interconectadas” (como puede ser un pueblo).

Para empezar, muchos refugios no están conectados a la red eléctrica, con lo que la electricidad que producen procede de la energía solar (placas solares) o de generadores, con las limitaciones que ello conlleva.

La disponibilidad de agua también puede ser limitada durante ciertos períodos del año, dependiendo de la zona. Por este motivo se hace muy importante evitar cualquier despilfarro de estos recursos.

¿Qué significa todo esto? Pues que en nuestras travesías de montaña debemos aceptar la posibilidad de que, una vez en el refugio, podemos encontrarnos ocasionalmente con cortes de electricidad (que nos impiden, por ejemplo, cargar el móvil) o bien con el hecho de que las duchas no funcionen o que no haya agua caliente (no debemos preocuparnos por ello, por suerte no sucede a menudo).

Hay refugios accesibles por carretera, pero muchos de ellos no. En ocasiones, la única forma de llevar los suministros necesarios es por medio de helicóptero. Esto hace que los precios de muchos de los artículos que podemos comprar en un refugio (por ejemplo una bolsa de patatas chips o una lata de refresco, en el bar) sean más caros que en otros sitios mejor conectados.

En cuanto a la política de tratamiento de residuos, también suelen ser bastante restrictivos. Bajar los desperdicios hasta el depósito más cercano puede implicar también la recogida en helicóptero, con lo que debemos procurar no dejar en el refugio más desechos de los generados por nuestra propia estancia. Cada refugio está preparado para gestionar los desechos que el propio refugio genera y no los desperdicios de los miles de visitantes que pasamos por ellos cada temporada. La basura que llevábamos antes de llegar al refugio no debería quedarse en el refugio, deberíamos llevarla con nosotros.

Pocos refugios tienen conexión con la red de alcantarillado. La mayoría funcionan con fosa séptica. Esto suele tener un impacto en los suelos del entorno, que debemos intentar minimizar evitando tirar al baño, todo aquello que no sea orgánico, es decir papel, toallitas, compresas...etc.

Por lo que respecta a la convivencia, los refugios no ofrecen la intimidad que puede ofrecer un hotel. El espacio es limitado y el contacto humano intenso. De hecho, son un lugar ideal para compartir las experiencias vividas a lo largo del día, conocer a gente con nuestra misma afición por la montaña y la naturaleza o informarnos sobre el estado de nuestra ruta de cara a los próximos días (incluyendo la previsión meteorológica). Constituyen los únicos puntos de socialización y de intercambio de información en medio de un entorno prácticamente despoblado de gente y en donde la conexión a la red global es prácticamente nula. Hoy en día, muchos refugios disponen de conexión wifi, pero se limita sólo a los casos de necesidad (en algunos casos nos harán pagar por acceder a esta red). Para comunicarse con el mundo exterior utilizan sobre todo la radio.​

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Servicios que ofrecen los refugios

En las travesías, sólo utilizaremos los refugios para cenar, dormir y desayunar. Llegaremos por la tarde y marcharemos a la mañana siguiente, lo antes posible. Como ya he mencionado, prácticamente todos los refugios guardados, disponen de un servicio de bar, comedor, aseos (en algunos casos puede que estén en un edificio aparte) y dormitorios compartidos (literas). Además de la cena y el desayuno (incluidos en la media pensión), todos los refugios ofrecen la posibilidad de prepararnos un almuerzo para llevar (y poder comer a lo largo del trayecto hasta el siguiente refugio). Es lo que se llama "picnic". Este picnic varía según el refugio tanto en la composición como en el precio. Puede ser un pequeño bocadillo, un tupper con una ensalada de pasta, couscous... y suele incluir una pieza de fruta, quizá algún zumo de frutas, una barrita energética...etc.). â€‹

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La mayoría de refugios están gestionados por alguna entidad excursionista. En Cataluña, por ejemplo, la FEEC (Federación de Entidades Excursionistas de Cataluña), el CEC (Centro Excursionista de Cataluña) o la UEC (Unión Excursionista de Cataluña). Y es normal que ofrezcan descuentos en los precios a sus socios.

A nivel estatal existe la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (FEDME), pero la FEEC alcanzó un acuerdo con las Federaciones de Aragón, Asturias y Navarra (la zona Pirenaica) llamado CORRESPONDENCIA MUTUA DE REFUGIOS, por medio del cual los socios con la licencia federativa de la FEEC no es necesario que habiliten la licencia FEDME para tener descuentos en estos refugios.

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Eliomys
senderismo y naturaleza
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